Generación viajera: la importancia de vivir experiencias únicas

Con el ritmo desenfrenado del día a día y el paso arrollador de la crisis, una idea va quedando cada vez más clara: que la verdadera riqueza no está en el dinero sino en el tiempo. Tiempo para ti, para estar con tu familia, para leer, o salir con amigos… y tiempo para viajar y vivir nuevas experiencias.
 
Que al final todos acabamos en el mismo sitio, y el dinero se queda, pero lo vivido te lo llevas contigo.
Y hay toda una generación que ha hecho de esta idea su estilo de vida, una generación viajera que hace de las experiencias únicas el auténtico tesoro.
 
 
 

No importa el “cómo”, sino el “dónde” y el “qué”

 
Para esta generación, que cubre una franja de veinteañeros y treintañeros, la forma de llegar a destino, o el alojamiento que tendrá allí, es algo secundario. Cuando se despierta el wanderlust, esa pasión por viajar, lo importante es a dónde quieres ir, y qué quieres vivir allí.
La preparación de los viajes cambia. Ya no es (solo) una ruta de museos y los imprescindibles del lugar. Se trata de buscar aquello único de cada ciudad y cada país. De sumergirse en cada cultura y cada gastronomía y aprender a ver el mundo con los ojos de los nativos.
 
De aquello que sólo vas a vivir allí. Una noche en el desierto de Jordania, una velada de whisky y literatura en Escocia, una Ruta 66 en Estados Unidos, una representación de Kabuki en Japón, senderismo en Transilvania, una inmersión en el Mar Rojo, o un atardecer sentado en un acantilado irlandés.
El mundo es un lugar hermoso y cambiante, y una vida no basta para descubrirlo entero. ¡Así que se trata de que cada viaje cuente!
 

 

Otra forma de prepararse el viaje

 
La generación viajera también ha cambiado mucho su forma de informarse sobre lo que ver y hacer en cada país.
Las guías de viaje tradicionales sufren ante un público que busca la información en internet.
Pero no hablamos siquiera de páginas con contenido turístico. Existen mil foros de viajeros donde tanto visitantes como residentes explican sus vivencias, sus problemas, sus sorpresas, y actividades o rincones secretos que nunca conocerías de otro modo.
Y es que, aparte de los “clásicos” de cada ciudad, existen lugares ignorados incluso por muchos nativos, detalles inolvidables, o que encajan con tus gustos o inquietudes.
 
Por ejemplo, ir a Londres y cambiar algún clásico por una visita al Dennis Sever’s House (una sorprendente vivienda del siglo XVIII ambientada como si los dueños acabaran de salir a dar una vuelta. Una experiencia que no te deja indiferente).
O visitar Roma y, además del Foro y el Coliseo, dedicarle unos minutos a buscar el tan minúsculo (¡dos vitrinas!) como inquietante Museo de las Almas del Purgatorio.
La idea, siempre, es huir del viaje “típico” y hacer de la escapada una experiencia única que atesorarás toda tu vida.
 


 

Las experiencias te cambian

 
Y es que crecemos con las experiencias. Viajar supone abrir tu mente al mismo ritmo que traspasas fronteras. Nuevas culturas, nuevas lenguas, nuevas comidas, nuevas formas de entender la vida.
Las experiencias nos vuelven más abiertos, más tolerantes, también más sabios. Es un poso que se acumula con los años, volviendo brillante el pasado por todo aquello que has vivido.
Y esto sólo mirando al largo plazo. En el corto plazo, están la emoción de preparar el viaje, la excitación de partir, el disfrute de estar, y la dulce nostalgia al volver. Y al explicar con gusto todo lo que has visto y hecho, compartirlo con tus amigos y familiares.
Un buen conjunto de emociones satisfactorias que nos alegran la vida, y nos ayudan a relajarnos y a romper con el día a día.
Esa generación viajera es adicta a estas sensaciones, por buenos motivos. Pero ¿sabes lo mejor? Que la generación en sí no importa. Lo que importa es la actitud y las ganas de vivir esas experiencias.
 
Tú también puedes vivirlas. No necesitas irte una semana, te bastan dos días. Ahorrar un poquito de aquí y de allá y preparar el viaje. Dejarte de excusas, buscar aquello que más deseas hacer y hacerlo. ¿Por qué esperar? El tiempo corre, y es tu bien más preciado.
¿Por qué no invertirlo en una experiencia que enriquezca tu vida?
 

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