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Bruselas, un secreto oculto en el centro de Europa

Desde el aire ya se divisa el Aeropuerto Nacional de Bruselas, en Zaventem, al norte de la capital. Como muchas otras capitales europeas, Bélgica ha desviado el tráfico aéreo a decenas de kilómetros de la ciudad. Una ciudad que es, hoy día, el centro neurálgico de la Unión Europea —por su tradicional neutralidad y por su céntrica ubicación, principalmente— y que también esconde secretos e historias entre unas calles que ya han visto el paso de mil años de historia.
 
¿Te animas a preparar tu visita a Bruselas con nosotros?

 

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¿Bruselas en 48 horas?

 
Como cualquier viajero experimentado sabe, dos días no es tiempo para conocer un sitio en profundidad, pero como la mayoría de las veces tampoco lo son dos semanas ni un mes, ¿por qué no aprovechar esa escapada de fin de semana antes que quedarse en casa, no?
 
La capital de Bélgica es un lugar perfecto para este tipo de viajes rápidos: no tiene la extensión de otras ciudades europeas (poco más de 32 km2, lo que sería menos de un tercio de ciudades como Barcelona y una veinteava parte del área metropolitana de Madrid); su variedad, su multiculturalidad y su accesibilidad convierten a Bruselas en ese lugar perfecto que descubrir en unos pocos días.
 
Así que, una vez nos hemos convencido de que Bruselas es un destino perfecto, vamos a ver  todo lo que deberíamos probar, hacer y visitar, ¿de acuerdo?

 

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Qué ver en Bruselas

 
Por su accesibilidad, empezaremos por La Grand Place, cuyos orígenes se remontan al siglo XI; el espacio se reservó, originalmente, para un mercado amparado por centros administrativos y gremiales. Su monumentalidad y su belleza catapultaron al corazón de Bruselas (¡finalmente!) al merecido reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.
 
Está considerada una de las plazas más bonitas del mundo, y al llegar vas a tener la sensación de que no sabes dónde mirar siquiera. Como curiosidad, los franceses destruyeron la Grote Markt casi por completo en el siglo XVII, por lo que pese a su grandísima importancia cultural, no se trata de la construcción original.
 
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Algunos de los principales edificios que podemos visitar son el Hotel de Ville (a ciertas horas), la Maison du Rot o Le Pigeon, residencia de Víctor Hugo durante su exilio; cerca de allí, entre las calles L’Etuve y Chene encontramos el Manneken Pis, que será nuestra siguiente parada tras una cerveza en Le Roy d’Espagne si la afluencia de gente nos lo permite.
 
El Manneken Pis es una estatua de unos cincuenta centímetros de un niño orinando; la historia que lo envuelve no se decide entre la multitud de leyendas por escoger —la más famosa de las cuales cuenta que el niño apagó una mecha encendida y salvó Bruselas de un gran incendio—, lo que sí es cierto es que, cada día, aparece vestido de una u otra forma desde 1698. ¡Y hay algo que poca gente sabe! ¡Muy próxima a la Grand Place también hay una estatua femenina similar llamada Jeanneke Pis! ¡Búscala!
 
En el centro también podremos acercarnos hasta La Casa del Rey, donde se encuentra el vestuario del Manneke Pis, el Ayuntamiento de Bruselas o algunas casas de los gremios; cuando nos cansemos, escaparemos hacia La Bolsa, cuya fachada espectacular esconde varias esculturas de Rodin, o a la Catedral de Bruselas, construcción de estilo gótico que data del siglo XIII y mantiene un aspecto excesivamente sobrio por los saqueos de protestantes y franceses, aunque el buen estado de conservación, el púlpito barroco y el órgano Grenzing de 4.000 tubos la convierten en una visita importantísima a tener en cuenta.

 

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El primer día lo invertiremos con toda seguridad en los alrededores de la Grand Place, pero es recomendable acercarse hacia el norte de la ciudad si tenemos interés en visitar la Basílica del Sagrado Corazón (recomendadísimo por su estilo art decó; ¡y os podéis guiar por las cúpulas verdes a 90 metros de altura, no tiene pérdida!) y, sobre todo, el Atomium, símbolo de la Exposición Universal de 1958, y la Mini Europe, donde se recogen más de 350 maquetas de monumentos de 80 ciudades de toda Europa.
 
Antes de proseguir nuestra ruta hacia el Parque de Bruselas, quizá nos interese acercarnos por el Museo del Cómic, uno de los puntos que compone la Ruta del Cómic que engloba museos, fachadas, ferias, festivales e incluso restaurantes que homanejean a Hergé, Morris, Peyo o Franquin entre otros. Volviendo hacia el sur de la ciudad, por debajo del Parque de Bruselas, encontraremos el Palacio Real, sede de la monarquía belga, y el Palacio de Coudenberg, símbolo del poder real de los primeros siglos de historia de Bruselas; en la zona también encontraremos muchos museos, como  el Belvue, el Magritte o los Museos Reales de Bellas Artes, pudiendo acabar nuestra visita en Notre Dame du Sablon o el Palacio de Justicia.
 
Desde luego, Bruselas recoge muchos más espacios dignos de visitar, pero todos ellos mantienen la virtud de no mantenerse excesivamente alejados entre sí. ¡Con esta pequeña ruta de dos días, te toca decidir qué quieres visitar sin lugar a dudas y qué puedes dejar para cuando la ciudad te enamore!

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