¿Para qué es bueno viajar?

Suele decirse que viajar es el mejor antídoto contra la ignorancia, pero lo cierto es que es que puede que sea un remedio milagroso para otras muchas cosas que tememos. La primera de todas ellas es —valga la redundancia— quizá la más importante: perder miedo al mismo miedo; o lo que es lo mismo, a la incertidumbre que viene acompañando siempre cualquier salto fuera de tu rutina diaria.

 

Viajeros los hay de toda clase, desde aquellos que cada cierto tiempo deben hacer una gran mochila y pasear por el mundo durante semanas o incluso meses sin saber dónde les llevarán sus pasos a turistas que solo buscan un instante de relax lejos de la oficina, o apasionados de la historia que quieren conocer de primera mano temas que siempre les han entusiasmado. Pero parece ser que, según la Sociedad Española de Neurología, ¡también es bueno para nuestro cerebro!

 

 

En primer lugar, parece ser que una vida repleta de experiencias es una vida más larga en todos los sentidos: ¡no solo más completo, sino con un porcentaje mayor de vivir muchos más años! La principal razón se encuentra en que cada vez que viajamos, mejoramos nuestra reserva cognitiva: las conexiones cerebrales, una mayor resistencia al deterioro de nuestro córtex cerebral, un mayor número de experiencias, de situaciones, de actitudes frente a la vida…

 

En la misma línea, un buen viaje nos ayuda a relajarnos y a aprender a relativizar todo tipo de cuestiones y preocupaciones, ¡e incluso a tomar decisiones importantes de las que aprovechamos para alejarnos! Y junto a esto, la neurología ha descubierto algo más: ¡nuestra actitud cambia! La razón es que no estamos sujetos a comportamientos y roles que hemos adquirido en nuestra vida personal y laboral, lo que nos puede permitir dar otro giro a nuestra vida al volver a casa.

 

A su vez, como pudimos leer en el famoso superventas El alquimista, de Pablo Coelho: Si crees que la aventura es peligrosa, prueba la rutina. Es mortal. Viajar es vivir con menos y ser más libre, o debería serlo; viajar es alejarnos de las normas, las obligaciones, la necesidad de llevar encima un reloj y relajarnos. También es romper la rutina y conocer cómo viven y qué les preocupa en América, en Asia o en Sudáfrica.

 

No obstante, muy probablemente descubras que moverte alrededor del mundo, lo hagas como lo hagas, es mucho más que visitar otras ciudades, conocer a otras personas y aprender que las cosas no dan la felicidad pese a que, a menudo, puedan hacernos la vida más fácil.

 

Viaja para crecer como persona

 

Así, quizá aquí llega lo más importante de todo este artículo, y es que no tenemos muy claro si, más allá de lo que ya te hemos dicho, tienes claro cuál es la esencia del propio viaje. Muy probablemente compruebes que las cosas no son como te imaginabas (nunca lo son), y que tú creías que te iba a encantar Nueva York y lo que te enamoró fue Chicago, Los Ángeles o Washington D.C. O que te equivocaste, y que lo que de verdad estabas buscando era un vuelo directo a Nairobi, una larga visita al Kioto imperial o una Navidad con tu vista fija en el Kremlin de la Plaza Roja. ¿Quién sabe qué dejará en ti ese viaje que deseas con tantas ganas?

 

 

Lo que podemos decirte es que, en todos nosotros, viajar nos ha vuelto más tolerantes, pacientes y respetuosos; nos ha enseñado a ser curiosos y a querer perseguir otras posibilidades. A entender que, si nos equivocamos, no es el fin del mundo y que no es extraño que, a medida que vivimos, tengamos que replantear lo que hemos aprendido y evolucionar. Eso es lo fundamental: crecer como personas, conocerse a uno mismo, comprender que, si bien no todos estamos siempre de acuerdo, las opiniones pueden ser diferentes y respetarse a la vez.

 

Por supuesto, hemos dejado lo más importante para el final: ¡ver el mundo con tus propios ojos! ¿No estás cansado o cansada de vivir de las historias que te cuentan los demás?, de imaginar cómo serán en realidad los Alpes, la Gran Barrera de Coral Australiana, la Isla de Pascua, el Salar de Uyuni o las Cataratas de Iguazú; ¿de buscar razones para no hacerlo como el tiempo, el dinero o las obligaciones? Empezamos el artículo dándote algunas buenas razones, y terminamos del mismo modo: viajar es bueno porque da placer, ¿qué más necesitas?

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