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NovSi en un viaje largo entablas una relación con el país de destino, una escapada de fin de semana es más bien como un romance: breve, intenso, inolvidable. Y Europa está llena de ciudades que te harán sentir un flechazo.
En este artículo te proponemos 4 ciudades europeas de las que te enamorarás seguro. ¡Y qué pena te va a dar marcharte luego! Tanta pena como cuando un romance termina. Pero, ¿a que no te lo habrías perdido por nada del mundo? ¡Pues prepárate para volar!
Bergen es un destino habitual en Noruega como puerta de entrada a los fiordos. Y todo el que llega acaba sorprendido por la extraña belleza de la segunda ciudad más grande del país.
En primer lugar, el paisaje que la rodea tiene toda la magia noruega de montañas, bosques y fiordos, unas panorámicas inolvidables hacen que valga la pena cualquier subida a cualquier mirador, torre o lugar para hacer La Foto del finde.
En segundo lugar, el paisaje urbano es sorprendente y encantador. Tienes que pasear por sus muelles, viendo a sus artistas recrear paisajes marinos. Y por sus callejones flanqueados por hermosas casitas de listones de madera en vivos colores, siempre algo torcidas. Y tienes que disfrutar de sus especialidades gastronómicas, tan dispares que van desde un bocadillo de centollo a un delicioso pastelillo de canela llamado skillingsbolle.
Y por cierto, si te gusta Edvard Munch, tienes que pasarte por el museo KODE 3, donde encontrarás la mayor colección de su obra (con permiso de Oslo, que la tiene aún mayor).
¿Qué tienen en común Florencia, Pisa y Venecia? Que las tres son hermosas, y que están hasta arriba de turistas. Y, ¿cómo disfrutar de toda la belleza de estas ciudades sin el agobio de la masificación? Pues muy sencillo: ¡viajando a Bolonia!
Esta ciudad es una pequeña joyita, cuyo nombre conocía todo el mundo en la Edad Media dado que tuvo la Universidad más antigua de Europa (en la que enseñaron y estudiaron los médicos más célebres de la época, y por la que pasaron también Dante, Petrarca, Erasmo o Copérnico).
¿Quieres canales venecianos? Acercate a La Finestrella y admira los vestigios de la que fue conocida como “La pequeña Venecia”.
¿Te fascinan la arquitectura pisana y los palacetes florentinos? Aquí encontrarás lo mismo, en una maraña de callejuelas medievales, plazas porticadas, iglesias y catedrales, y villas y palacios sin fin.
Admira la célebre Fuente de Neptuno, enamórate de un skyline plagado de agujas de basílicas, y goza de la mejor gastronomía italiana… pero sin agobios de visitantes, ¡y mucho más barato!
Carcasona parece hecha para disfrutarla en un fin de semana. La ciudad nueva tiene sus puntos de interés, pero para enamorarte te bastará con una visita intensa al núcleo histórico, la vieja ciudad medieval amurallada, conocida como La Cité.
No es simplemente el castillo, con su interesantísima exposición. Son sus vistas, es el paseo por sus murallas, con sus torres reconstruidas en diferentes estilos. Son sus tiendecillas, sus dulces irresistibles, su iglesia, o la impresionante silueta del conjunto desde la barbacana.
Y aprovecha para familiarizarte con la obra de Viollet-le-Duc, el arquitecto y arqueólogo francés mundialmente conocido por sus imaginativas restauraciones góticas, que directamente “reconstruyó” el casco antiguo para hacerlo, por decirlo de algún modo, más medieval que en la Edad Media.
“Encanto” es un buen sinónimo para “Carcasona”.
La capital de Eslovaquia, en el corazón exacto de Europa, quizá no tiene la afluencia ni la fama de Viena, Praga o Budapest, pero no les queda a la zaga en historia y belleza, y en un fin de semana te habrás enamorado de ella seguro.
¡Hay tantas cosas especiales en ella! En Bratislava empiezan los montes Cárpatos, por ejemplo. En ella podrás navegar por el Danubio sin la masificación turística de Viena o Budapest. Te fascinará con sus iglesias abovedadas, con las residencias de caza de los Habsburgo, y con la impresionante panorámica desde las murallas de su castillo. Y te sorprenderá con pequeños secretos, como una de las casas más estrechas de Europa (edificada en el hueco que quedó entre dos edificios al derruir la muralla medieval).
En cuanto a su gastronomía, si eres de quesos, podrás disfrutar de los aromas y texturas del cremoso de oveja Bryndza. Y lo mejor es acompañarlo con algún vino local, pues desde época romana la vid es un cultivo habitual en la región.
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