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Los cinco imprescindibles del extraordinario Túnez, el país de las dunas

George Lucas rodó en este espléndido país la primera película de Star Wars, y acabó formando parte del escenario de otros dos filmes de la saga. También Steven Spielberg o Anthony Minguella quedaron prendados del país de las dunas y decidieron rodar en él. La magia del Sahara, las huellas de las distintas civilizaciones que lucharon por estas tierras, sus playas o sus espectaculares museos son algunas buenas razones para conocerlo. Y todo acompañado de una alta cuota de días soleados que hacen más agradable el viaje.

 

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Una oportunidad de oro con la que descubrir decenas de tesoros. Estos son cinco de ellos:

  • La capital de los mosaicos. Pasear por la capital tunecina es toda una experiencia que nadie debería perderse. Recorrer la medina y sus mercados, además de subir a una de las terrazas de la ciudad para disfrutar de Túnez desde las alturas, son dos de las actividades favoritas tanto de vecinos como de visitantes. Pero cualquier paseo por la ciudad estaría incompleto si no disfrutáramos del Museo Nacional del Bardo, un antiguo palacio donde se custodian auténticos tesoros. Entre ellos, la que se considera la mejor colección de mosaicos romanos, además de piezas griegas, islámicas y púnicas procedentes de los yacimientos arqueológicos del país.
  • Sidi Bou Said, el pueblo azul. Esta localidad ha enamorado a decenas de artistas e intelectuales de todo el mundo, entre ellos el pintor Paul Klee, quien aseguró haber redescubierto el color en este pueblo. Dicen que también causó sensación entre Oscar Wilde, Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre o el arquitecto Le Corbusier, quienes organizaban tertulias en el ahora famoso Café des Nattes.
  • Cartago.  La ciudad, fundada por los fenicios, disfrutó de una larga época de esplendor en la que llegó a cuestionar a Roma su autoridad en el Mediterráneo. Más tarde volvió a recuperar su protagonismo, esta vez como capital de la provincia romana de África, la segunda más importante del imperio, con casi medio millón de habitantes. De todo aquello quedan restos como las termas de Antonino, sus puertos púnicos, el santuario de Tofet y un largo etcétera por el que este lugar es patrimonio de la Humanidad desde 1979.
  • Isla de Djerba. Para los amantes de las playas de postal, el relax y la desconexión, la isla de Djerba, en el sureste del país, es una clara opción. Cuenta con más de un centenar de kilómetros de costa además de un clima aún más suave que el del resto del país, lo que es otra ventaja si se quiere disfrutar de unos días de playa. Aunque se le llame “isla” en realidad es más bien una península porque se encuentra unida al continente por una antigua calzada romana
  • El desierto. Las dunas del desierto más extenso del planeta son otro regalo para los viajeros que merece la pena conocer. Alrededor del 40% del territorio de Túnez está ocupado por el desierto del Sáhara, donde se pueden encontrar campamentos con jaimas desde las que ver salir y ponerse el sol.   Un verdadero espectáculo que se puede sumar una ruta en quad por las dunas de este mar de arena.

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