Más de 2.000 años de historia han tenido que dejar huella en la ciudad. En el barrio gótico persisten, todavía, muchos vestigios de la fundación romana de Barcino, la Barcelona originaria. No te pierdas el templo de Augusto, la necrópolis o las murallas, pero tampoco pases por alto los restos del acueducto (plaça del vuit de març), la domus de Sant Honorat (c/de la fruita, 2) o la puerta decumana del mar (c/Regomir, 7-9).
Cuando la ciudad extramuros empezó a crecer, aparecieron nuevos barrios en torno a las murallas: barrios de pescadores y artesanos que, a día de hoy, todavía son capaces de trasladarte siglos atrás. Si no nos crees, aventúrate a pasear una fría noche de invierno por las callejuelas del Gótico, o siéntate en cualquier plaza del Raval a ver caer la tarde en primavera.
Sin ninguna duda, no puedes perderte una visita a la catedral —pero que no te engañe su fachada, ¡es de factura neogótica y se construyó en el XIX!— y a su precioso patio interior. Muy cerca de allí te encontrarás con Santa María del Pi, una basílica gótica construida sobre una iglesia del s. X; nuestra propuesta es que recorras con calma las tiendecitas de la calle Petritxol y te pares a descansar un rato en la plaza del Pi, justo delante de la basílica.
Por supuesto, el barrio judío (el call, como se le llama en Cataluña) o la plaza del Rey son dos de los muchísimos lugares con encanto que encontrarás por el corazón gótico de Barcelona. Y, qué duda cabe, de ninguna manera puedes obviar una visita a Santa María del Mar y sus alrededores.
Aquí, un nombre propio brilla con una fuerza especial: se trata de Gaudí, tal vez el catalán más famoso de la historia. La Sagrada Familia o el Park Güell son algunas de las obras más célebres e indispensables, pero no pases de largo pequeñas grandes joyas menos conocidas por el gran público: la torre Bellesguard o el Palau Güell, por ejemplo, seguro que te sorprenderán.
Pero hay más nombres más allá del de Gaudí y la Sagrada Familia: Puig i Cadafalch, que diseñó la casa Ametller, o Domènech i Montaner fueron grandes maestros del modernismo, y no tienes más que echar un vistazo al Hospital Sant Pau i de la Santa Creu o al Palau de la Música para darte cuenta.
El Pabellón Mies Van der Rohe también te sorprenderá: construido para la exposición internacional de 1929 como el lugar que debía representar a Alemania, fue desmontado en 1930 y levantado de nuevo en la década de los 80. Se trata de una obra racionalista y muy revolucionaria para su época: déjate seducir por sus formas geométricas y por la combinación de mármol, acero y cristal.
En un periodo muy complejo tanto a nivel político como social, el novecentismo se convirtió en la plasmación artística de la cultura catalana: la literatura, la arquitectura e, incluso, las instituciones se contagiaron de un retorno al clasicismo que pretendía identificarse con la historia de Cataluña.
De este intento por ensalzar la cultura catalana perviven la Casa del Archidiácono ejecutada por Josep Goday, y diferentes edificios que se encuentran a medio camino entre este estilo y el modernismo.
Barcelona ha sido, durante el último siglo, una lucha voraz por compaginar el caos de una ciudad creciente con un urbanismo organizado, que siguiera un trazado lógico. Los esfuerzos por unir la opulencia de Pedralbes o las mansiones modernistas de la avenida del Tibidabo con las barracas del Somorrostro o el Carmelo no han sido pocos, y las soluciones que muchos arquitectos incorporaron a sus edificios, han sido como poco sorprendentes, especialmente durante el pasado siglo XX. Por este motivo, hemos querido destacar los edificios más originales de los últimos 100 años.
Dentro de este grupo destaca, en primer lugar, el Edificio David (Aribau, 230-240): detrás de su fachada de corte clásico se oculta un edificio lleno de rampas por el que podías desplazarte conduciendo hasta tu despacho. Insólito, ¿verdad?
También es indispensable que conozcas el Walden 7: en este proyecto, Ricardo Bofill desplegó todo su ingenio para ejecutar un barrio vertical dentro de una fábrica. Podrás visitarlo en avenida de la Industria, 14, en Sant Just Desvern.
Por supuesto, hay muchísimos lugares que nos dejamos en el tintero, como el Pabellón de la República, un himno contra la locura de la guerra cuya reconstrucción podrás encontrar hoy en el barrio de Mundet, el Invernáculo construido también con motivo de la Exposición Universal… Nuestra recomendación es que te aventures por las calles de la ciudad y descubras todos los secretos que esconde la arquitectura de Barcelona: ¡te aseguramos que no son pocos!
Etiquetas: Arquitectura, arquitectura medieval, arquitectura modernista, arquitectura novecentista, arquitectura romana, Barcelona, modernismo
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