El viejo continente está repleto de sorpresas que hasta los viajeros más veteranos aún no conocen. A lo largo y ancho de sus más de diez millones y medio de kilómetros cuadrados de superficie se extienden 50 países, cada uno con su propia identidad, entre los que el turista puede disfrutar buceando en su historia, conociendo su cultura, deleitándose con sus paisajes y descubriendo su gastronomía. Si vuestros clientes están buscando nuevos destinos europeos a los que acercarse y con los que sorprenderse, estos cinco son perfectos para una propuesta original con la que acertar.
- Bosnia y Herzegovina. Su vecina Croacia lleva años atrayendo al turismo mundial, pero Bosnia, a pesar de su cercanía, aún mantiene el encanto de esos lugares a los que el turismo de masas aún no ha llegado. Y no por falta de atractivos: su arquitectura otomana, las excepcionales cataratas de Kravice, pueblos aislados de montaña como Lukovir, la dinámica Sarajevo, la colina de Visočica, el monasterio de Tvrdoš que se levanta entre viñas o la histórica ciudad de Mostar son solo algunas de las posibilidades con las que disfrutar de este fascinante país.
- Moldavia. La pequeña república de Moldavia es todavía un destino bastante desconocido entre el turismo, y esa peculiaridad supone una razón suficiente para viajar a ella antes de que todos descubran las joyas que se esconden en su interior. Es un destino perfecto para los amantes de la viticultura porque dicen que aquí se encuentran los mejores viñedos del continente, algunos sobre 200 kilómetros de túneles de bodegas subterráneas. Pero además cuenta con lugares completamente únicos como el monasterio de Tapova, la cosmopolita Chisinau y Orheiul Vechi, un complejo de más de 200 hectáreas con monasterios excavados en la roca, restos de varias civilizaciones y unas excelentes vistas del río Răut, que ha excavado un impresionante cañón.
- San Marino. El microestado medieval ubicado al norte de Italia, que es además el Estado soberano más antiguo del mundo, es otra opción original donde disfrutar de maravillas como los tres castillos que se levantan en el monte Titano, conventos que datan del siglo XIV, la basílica neoclásica de San Marino, con un espectacular interior, o el majestuoso Palazzo Pubblico. Ubicado a poco más de 10 kilómetros de la costa adriática, aunque no pertenece a la Unión Europea se utiliza el euro, por lo que no es necesario cambiar moneda antes de entrar al país.
- Costa montenegrina. Cuentan que Kotor, la ciudad medieval que el poeta inglés Lord Byron describió como la “fusión perfecta entre el mar y la tierra”, es uno de los secretos mejor guardados del tesoro que es la costa montenegrina. Por eso la llaman la perla del Adriático, y lo cierto es que contemplar su bahía ya merece el viaje. Las murallas y los edificios de piedra blanca a los que rodean acantilados hicieron que esta localidad fuera incluida en el Patrimonio Mundial de la Unesco hace ya cuatro décadas. Una imprescindible dentro de la costa montenegrina, que tiene mucho más que ofrecer.
- Islas Feroe. En medio del Atlántico Norte, entre Islandia, Noruega y Escocia, se encuentran las fascinantes islas nórdicas bautizadas como Feroe. En ellas la naturaleza ha diseñado unos escenarios de película donde destacan la catarata de Gásadalur, la garganta de Gjógv, el lago Sørvágsvatn, los acantilados de Vestmanna… Además de centros históricos imprescindibles como los de Tórshavn o Kirkjubøur y las extraordinarias vistas que ofrecen los picos de Slættaratindur o de Villingadalsfjall. Todo un paraíso.
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