Cada año, más de tres millones y medio de personas se acercan a la feria de abril, conocida como la reina de las ferias. Y es que esta Fiesta de Interés Turístico Internacional que lleva celebrándose más de siglo y medio tiene una gran solera. Quienes la visitan llegan a ella atraídos por el ambiente festivo que se vive en la ciudad tras el ritual del “alumbrao”, cuando la fiesta comienza y la diversión transcurre entre sevillanas, rebujitos y tardes de toros. Todo un espectáculo que este año se celebra del 4 al 11 de mayo. Para que tus clientes puedan disfrutar al máximo de ella, hay cinco imprescindibles que no pueden pasar por alto:
- El “alumbrao”. Da el pistoletazo de salida a la feria de abril, por eso es uno de los días que se vive con mayor expectación. Ocurre la noche del primer sábado de feria, que este año será el 4 de mayo, y consiste en el encendido de más de 20.000 bombillas en la portada de la Feria de Sevilla, que es la entrada al recinto ferial. A través de ella cada año se homenajea a algún monumento de la ciudad. En esta ocasión, al que fuera el Pabellón de Sevilla de la Exposición de 1929, que ocupan el Casino de la Exposición y el Teatro Lope de Vega, en los Jardines de la Madrina. A partir del momento en que se encienden los farolillos, comienza la fiesta. Esa noche suele celebrarse en las casetas la tradicional “cena del pescaíto”, llamada así porque el plato principal es pescado frito.
- El recinto ferial. Se ubica en Los Remedios, y engloba el Real de la Feria, la Calle del Infierno y los aparcamientos. La Calle del Infierno es la preferida por los más pequeños, donde encontrarán toda clase de atracciones, mientras que el Real de la Feria es el lugar donde se ubica el centro de la feria, llena de casetas. Se conoce con ese nombre por el real, que era una moneda de 25 céntimos de peseta que cobraban los cocheros a quienes iban camino de la feria. El recinto está dividido en 15 calles que lo cruzan horizontal y verticalmente, todas ellas con nombres de toreros famosos. Además, cada caseta tiene un número, así que para llegar a la que queramos es buena idea hacerse con un plano de la feria a la entrada. En cuanto a cómo llegar, hay aparcamientos desde donde salen autobuses que nos llevan a la feria. Otra opción es el metro bajando en las paradas Plaza de Cuba y Parque de los Príncipes.
- Las casetas. En esa superficie de 275.000 metros cuadrados con calles adoquinadas y aceras cubiertas de albero se instalan más de 1.000 casetas bajo luces y farolillos de papel formando una pequeña ciudad dentro de la ciudad. Fue el pintor Gustavo Bacarisas quien concibió el particular estilo de las casetas, todas ellas de lona a rayas verdiblancas y rojiblancas. Cada una de ellas es en realidad una especie de casa en la que los socios, y sus invitados, disfrutan bailando, cantando y degustando pinchos, montados e incluso guisos regados de rebujito (manzanilla o fino con gaseosa), cerveza o lo que se tercie. Al ser similares a casas, la mayoría de ellas son privadas. Pero también encontraremos casetas de acceso libre como las de los distritos de la ciudad, los partidos políticos y los sindicatos. Además, hay una caseta especialmente destinada a los turistas, por lo que se puede disfrutar de la feria aún sin tener conocidos que nos inviten a su caseta.
- Tardes de toros. El ambiente en el recinto ferial comienza sobre las 12.00 horas y dura hasta la madrugada, pero son muchos quienes después de comer acuden a ver los toros, los otros grandes protagonistas de la feria de abril. Cada año, las figuras más destacadas del toreo acuden a la Feria en la Maestranza de Sevilla para intentar salir por la puerta grande de la catedral de la tauromaquia. Después regresan a la feria para continuar la fiesta.
- Cómo vestir. La feria de abril es todo un acontecimiento para la ciudad, y por eso se viste de manera elegante. Las normas no escritas de este encuentro social dicen que se exige un código de vestimenta: los hombres, con chaqueta, camisa y, a ser posible, corbata; las mujeres, con el traje de flamenca, aunque también pueden vestir con ropa de calle siempre que sea formal.
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